En el momento en que escribo esto Al Jazeera en Israel ha sido cerrado por orden del régimen de Netanyahu, el periodista palestino número 103 o 140 (dependiendo de la fuente) ha sido asesinado por las fuerzas israelíes y los civiles que viven en carpas en Rafah, hacinados al borde de la inanición, están siendo bombardeados.
Es monstruoso que después de las declaraciones de los organismos humanitarios y multilaterales como la ONU, UNRWA (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo), UNICEF, OXFAM, RSF (Reporteros Sin Fronteras), CPJ (Comité para la Protecciones de los Periodistas) entre otros, todavía existan personas que se empecinen en negar la matanza bestial que el régimen de Netanyahu está llevando adelante en el territorio palestino de Gaza y en los territorios ocupados de la Cisjordania.
Ante el anuncio del presidente Gustavo Petro de romper relaciones con Israel por el genocidio que este último gobierno lleva a cabo desde hace más de seis meses y que ya ha cobrado la vida de más de 34000 civiles, entre ellos más de 15000 niños, ciertos sectores del poder gremial y de la derecha (así se disfrace de centro) han salido a criticar la decisión invocando la necesidad de mantener los negocios existentes con empresas de ese país.
Esto no reviste mayor sorpresa, pero lo que sí aterra es que uno de los directivos de la Revista Cambio, Daniel Coronell, aduce el derecho de Israel a existir como país para criticar la medida presidencial pero no se le mueve un solo dedo para condenar el asesinato de más de un centenar de colegas por órdenes de Netanyahu.
De manera paralela El Espectador ha reaccionado no solo al anuncio del presidente Petro, sino que ha abierto su espacio a sendos artículos falaces en los que los campamentos estudiantiles en solidaridad con Gaza que se han organizado en Estados Unidos, han sido calificados de nidos de antisemitismo, algo que los videos y fotos de los reporteros estudiantiles y freelancers han desmentido clara y extensamente.
Podría decirse que este fenómeno estaría influido por la distancia, pero el documento revelado por Intercept en el que The New York Times censura términos como genocidio o masacre en un intento por blanquear la imagen de la IDF (Fuerzas de Defensa de Israel) y del régimen criminal de Netanyahu, es prueba de que la minimización del apartheid y matanza indiscriminada que el gobierno de Israel lleva a cabo contra la población palestina son práctica de la prensa occidental.
Esperaría uno que al menos la solidaridad entre periodistas llevara a estos tres, (NYT, Coronell y El Espectador) a manifestarse en contra de la barbarie, pero el silencio es elocuente. Ni siquiera el hecho de que el Premio UNESCO/Guillermo Cano a la libertad de prensa de 2024 haya sido otorgado a los periodistas palestinos que han cubierto y siguen cubriendo las acciones ilegales de Israel, ha hecho que el periódico fundado por Cano se solidarice con los colegas que están siendo diezmados en los territorios invadidos.
Como cereza del pastel ninguno de los tres mencionados, ni ninguna de las otras grandes casas periodísticas u organizaciones colombianas que defienden la libertad de prensa han condenado el cierre de la cadena catarí de noticias Al Jazeera por orden del gobierno de Israel. Este medio ha sido durante el último medio año una de las pocas fuentes veraces y confiables de información de lo que sucede en contra de los ciudadanos palestinos en Gaza y Cisjordania.
El tiempo tal vez pondrá en perspectiva el verdadero peso de lo que Israel está haciendo en contra de los civiles palestinos y en contra de la libertad de prensa global, mientras eso sucede seguiremos asistiendo impávidos e impotentes a un genocidio transmitido por streaming sin que los medios de comunicación con gran peso dejen de responder a las lealtades que los negocios imponen y no a las que ser humano obliga.
P.S. La lista de ataques y amenazas a la prensa por parte del gobierno de Israel es extensa. Para ejemplificar, se pueden mencionar un par de ataques a la libertad de informar; en mayo de 2021, en Gaza, las fuerzas armadas israelíes destruyeron un edificio en donde estaban las oficinas de la agencia de noticias AP y de Al Jazeera. Un año después, en mayo de 2022 la IDF asesinó a Shireen Abu Akleh, periodista de Al Jazeera, mientras esta hacia reportería en la Ribera Occidental, territorio ocupado por Israel. Posteriormente la policía israelí vandalizó el funeral de la periodista.
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